top of page
Search

Ten cuidado de ti mismo

  • @LuisAGutierrez
  • Nov 12, 2010
  • 5 min read

Llama la atención la advertencia que el apóstol Pablo le hace al joven ministro Timoteo cuando le dice “ten cuidado de ti mismo” (I Timoteo 4:16), en otras palabras, “cuídese de todos los errores que su propio YO le puede hacer cometer sino tiene una verdadera dependencia en Dios”. Este consejo es muy valioso y debemos tomarlo muy en serio, porque cada uno es responsable de sí mismo. El descuido ministerial crea como consecuencia el desvío del verdadero propósito por el cual Dios nos ha llamado.

En varias ocasiones me he preguntado si es correcto que como cristianos podamos hablar abiertamente de los pecados pastorales. Para muchos esto no es concebible, porque interpretan mal el pasaje de ‘no tocar a mi ungido’ y creen que descubrir los errores del líder es algo ‘non santo’ y el líder espiritual es intocable teniendo licencia para hacer lo que quiera, porque al final el llamado es eterno y no importa sus desviaciones, él seguirá siendo siervo de Dios a pesar de sus fallas. Esta mal interpretación ha llevado a muchas desviaciones de la iglesia y aun a la formación de sectas dentro del cristianismo. No solo creo que se debe hablar de éste asunto, sino tratar que esos errores se corrijan y no se tapen o camuflen dentro del Cuerpo de Cristo, porque esto le hace daño a la iglesia. Como dije anteriormente, no quiero hacer una crítica contra ninguna persona en particular, sino contra el sistema que se está perpetuando y alimentando día a día en muchos escenarios eclesiásticos. Para nadie es un secreto que una parte del sistema religioso en Colombia refleja un aumento sostenido de la hipocresía farisaica, la mentira, la división y el engaño, elementos que han destruido progresivamente la disposición de la gente para creer en Dios. Pero los pecados pastorales no son nuevos; desde los tiempos bíblicos el apóstol Pablo fue inspirado a escribir al joven ministro Timoteo y le dijo: “Ten cuidado de ti mismo y de lo que enseñas”. Aquí están dos de los cuidados que todo líder debe tener. El cuidado de sí mismo y el cuidado de la doctrina que enseña. Esta conducta se ha hecho muy común en nuestros días. Los líderes enseñamos con nuestro ejemplo, no es suficiente con la enseñanza, hay que demostrarla con la vida, los creyentes necesitan un ejemplo a seguir. Lo que somos, eso enseñamos. No podemos pretender ser alguien y enseñar algo diferente. Debe existir un equilibrio entre lo que somos y lo que enseñamos. Es aquí donde muchos ministerios han fallado, cuando la palabra que enseñamos solamente se vierte en algo sin valor, que da como resultado una crisis de valores, de convicciones. Una de las más grandes tentaciones que se presentan en el ministerio es la del acomodamiento, ajustar la verdad de acuerdo a nuestros intereses. Debemos esmerarnos por enseñar la verdad, no hay lugar para un punto intermedio. Un buen ministro debe esforzarse por no desviarse ni un milímetro de la palabra dada por Dios. Solamente cuando nuestras vidas no responden a la exigencia divina, acomodamos lo que enseñamos a nuestras propias conveniencias. El problema es que cuando no se enseña lo mandado por Dios, los creyentes son los que sufren las consecuencias. En el libro de los Hebreos en el capítulo 13 el verso 7 se nos exhorta a imitar la fe de nuestros líderes espirituales y si su enseñanza dista de lo que dicen las Escrituras, entonces nos desviaríamos de los fundamentos de la vida cristiana. La iglesia primitiva tenía una característica en su vida en comunidad y era que perseveraban en la sana doctrina de los apóstoles, esto favoreció el crecimiento integral del cuerpo de Cristo. El descuido a la amonestación paulina con la que iniciamos, nos lleva al consumo de grandes cantidades de basura espiritual o chuchería doctrinal. Por otra lado Pablo estaba conciente de esto y por eso dice le dice a Timoteo “cuídese de usted mismo” como hombre de Dios, no descuide su relación personal con Cristo Jesús, porque puede caer en descrédito. En otras palabras, asegúrese de estar cerca de Él, tener su mirada fija en Él, crecer en el conocimiento de Él. Asegúrese de que nada, ni siquiera el ministerio, pueda alejarle de su relación personal con Jesús. En II Timoteo, Pablo nuevamente cita varias de las desviaciones de algunos ministros que vivían de acuerdo a sus intereses personales. Veamos algunas: En 1:15 menciona a dos ministros que le abandonaron; en el capítulo 2:16 - 18 habla de ministros cuya palabra carcomerá como gangrena, es decir, que su mensaje era nocivo para la misma iglesia. Luego menciona dos nombres de ministros que se apartaron de la verdad, no se mantuvieron en la Palabra, sino que predicaron mensajes fuera del plan de Dios. En 3:5 advierte de ministros que aunque profesan piedad, niegan la eficacia de ella, o sea que no viven lo que predican en los púlpitos. En 3:8 estos ministros son “hombres que se oponen a la verdad, que miran con menosprecio el intento que algunos hacen por mantenerse dentro de la senda de la iglesia”; en 4:3 - 4 Pablo habla de ministros que enseñarán conforme a sus propios intereses y que “no sufrirán la sana doctrina”. Otro que recalca los errores pastorales de su tiempo es Tito. En 1:10 - 11 describe a muchos ministros como rebeldes, habladores de vanidades y engañadores que no deben enseñar por deseo de ganancias deshonestas. En este punto hay mucho que corregir, porque hoy en día el abuso y mal uso del dinero es un elemento dominante en muchos ministerios. En 1:16 advierte de ministros que “...profesan conocer a Dios, pero con sus obras lo niegan, siendo detestables y desobedientes y faltos de todo bien”. Seríamos muy ciegos si pretendiéramos ocultar estas falencias. Si el apóstol Pablo hiciera un diagnóstico del liderazgo cristiano encontraría muchas áreas por corregir. Qué decir de la avaricia por el dinero. Muchos ministerios han caído en la codicia y el escándalo por causa del dinero. Se trata de una forma cristianizada de materialismo y no de cristianismo legítimo; estas personas se están aprovechando de la desnutrición espiritual de muchos para enseñar de acuerdo a sus propios intereses. Recordemos que la forma bíblica financiera para el respaldo de la obra no ha cambiado. Esta está basada en los diezmos, ofrendas y primicias. Damos a Dios porque lo reconocemos como dueño de todo y entendemos que nosotros somos simples mayordomos, no para manipular y comprar sus bendiciones. ¡Cuidado pastores!, podemos estar haciendo tesoros en este mundo donde la polilla y el orín corrompen. El poder es otra área crítica en el ministerio. Cada ministro maneja cierto grado de poder que va adquiriendo gradualmente a medida que tiene éxito en su ejercicio. Si esto no se sabe manejar, poco a poco comienza a satisfacer sus propios apetitos, más que a la misma iglesia y a Cristo, entonces empieza la carrera insaciable de querer más. Escalan puestos en su denominación, buscan incursionar en política, comienzan a disfrutar el contacto con gente importante buscando tener influencia y posición entre los que dirigen. Recordemos que este poder en cualquiera de sus manifestaciones corrompe. Cuando esto sucede se vuelven presidentes ejecutivos, no pastores; administradores, no ministros. Su modelo son los negocios, con énfasis en números, unidades, productos, mercadeo y clientes, en vez de ministros con énfasis en el amor, las relaciones, nuevos nacimientos y deseos de cumplir la voluntad del Padre. Entre más influencia les concede Dios, más grandes se sienten en su propia opinión. Recordemos que el orgullo es el pecado que más detesta Dios y la propia gente. “Cuídate de sí mismo”, Dios inspiró y preservó estas palabras para los ministros de todas las generaciones, porque estas cosas aún suceden a los ministros y los arruinan. ¿Cómo se hace para progresar en el ministerio en vez de ir hacia el fracaso? Pablo le escribió a Timoteo – y Dios nos dice a nosotros – en I Timoteo 4:15 – 16: “Dedícate a estas cosas; ocúpate en ellas, para que tu progreso sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello...”


 
 
 

Commentaires


Extendiendo el Reino de Dios en el poder del Espíritu

© 2015 by Luis Alfonso Gutiérrez. Proudly created with Wix.com

  • Facebook Clean Grey
  • Twitter Clean Grey
  • LinkedIn Clean Grey
bottom of page